La artrosis afecta a las articulaciones y supone la destrucción paulatina del cartílago. Por tanto, podemos sufrir esta enfermedad crónica en cualquier articulación, aunque las más frecuentes son las de las rodillas, manos, cadera y columna vertebral.
Tenemos que distinguir entre dos tipos de artrosis: primaria y secundaria. En el primer grupo se engloban las que se generan por el propio envejecimiento del organismo, sin una causa claramente demostrable.
La secundaria en cambio sí que tiene un desencadenante definido, y este puede ser un traumatismo, una infección, una fractura, una enfermedad metabólica como la gota, la condrocalcinosis, etcétera.
Exponemos a continuación unas recomendaciones generales que pueden ayudar a mejorar la calidad de vida de los pacientes con artrosis.
– Control del peso
Especialmente para los pacientes con artrosis de columna o de los miembros inferiores es fundamental que eviten el sobrepeso. Pensemos que cuanto más peso, mayor carga soportan nuestras articulaciones y esto no es recomendable para evitar la progresión de la enfermedad. Mantén una dieta equilibrada y variada.
– Deporte
El deporte ayuda a reducir el dolor, pero con matices, no con cualquier tipo de actividad. Los pacientes con artrosis experimentan una disminución del dolor cuando mueven la articulación sin soportar una carga encima, por ejemplo a los pocos minutos de pedalear en bicicleta, caminar o practicar natación. Esto es así por un “efecto de calentamiento de la articulación”. Recomendamos la práctica de ejercicio de este tipo durante 5 minutos varias veces al día para mantener la “articulación caliente”.
– Clima y cambios de presión
En la medida de lo posible es deseable evitar los climas húmedos o los cambios de presión, ya que estos producen una agudización de los síntomas.
– Frío y calor
La artrosis mejora con el frío. Al contrario de lo que piensa mucha gente, el calor no es bueno para esta enfermedad. Sí que lo es para las contracturas derivadas de la misma. Es decir, cuando la articulación no funciona bien, los músculos que están alrededor de ella no funcionan correctamente y se contraen. Esta contractura sí que se trata bien con calor, pero los brotes de inflamación articular que se producen por la artrosis se tratan con frío.
– Sobrecarga y estrés de la articulación
Hay que evitar la sobrecarga y para ello podemos echar mano de algún dispositivo de fijación con el que limitemos el movimiento cuando la articulación está sometida a un estrés. Por ejemplo, si padeces artrosis de muñeca y necesitas realizar un trabajo pesado con la mano, debes utilizar una muñequera rígida que te limite el movimiento y así tendrás menos dolor durante esta actividad.
– Calzado
Es necesaria la utilización de un calzado adecuado, que evite el impacto contra el suelo, preferiblemente de suela gruesa. Por ejemplo, para los pacientes que tienen hallux rigidus (artrosis del dedo gordo del pie) es muy aconsejable la utilización de zapatos de suela rígida, con ellos la articulación se sobrecargará menos y por lo tanto se reducirá el dolor.
No uses zapato con un tacón excesivo.
– Medicación controlada
En general son recomendables los fármacos antirreumáticos de acción lenta, ya que tienden a proteger la progresión del desgaste articular, y los antiinflamatorios. Todos ellos deben ser pautados por un profesional médico. Jamás debes automedicarte en función del dolor.
Como siguiente paso también están indicados geles, cremas y parches, además de los tratamientos con ácido hialurónico y con factores de crecimiento.
– Hábitos posturales
Intenta mantener unos buenos hábitos posturales que eviten la sobrecarga de la articulación artrósica. No permanezcas mucho tiempo en una misma postura, ya sea de pie o sentado/a.
– Fisioterapia
El tratamiento fisioterapéutico te puede ayudar a mitigar los síntomas de la artrosis.