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La artrosis de cadera (o coxartrosis) consiste en la degeneración progresiva del cartílago articular y es la principal causa, junto a la patología degenerativa de la rodilla, de la cirugía protésica reconstructiva.
Desde principios del siglo XX, médicos e investigadores en materiales biológicos han tratado de crear el implante (prótesis o similares) que consiga sustituir y reproducir la biología de la articulación de la cadera. Su evolución ha sido imparable hasta nuestros días, consiguiendo implantes de gran duración (estudios las avalan en más de 20 años) y funcionalidad que reproducen la cadera humana. Esto nos ha permitido solucionar de forma quirúrgica la artrosis de cadera en pacientes cada vez más jóvenes, con grandes resultados clínicos.
Causas
La artrosis primaria o idiopática es la que afecta a una articulación o más, de causa desconocida y cuya evolución no es predecible.
La artrosis secundaria se asocia a causa conocida previamente (enfermedades y deformidades en la infancia) y su evolución es más conocida y reproducible.
La necrosis (“muerte celular”) avascular de la cadera, asociada a factores medicamentosos, alcoholismo… simula los síntomas de la artrosis de cadera.
Síntomas
Habitualmente comienza con un dolor intenso en la zona inguinal irradiado a la rodilla, relacionado inicialmente con la marcha pero que, con el paso del tiempo, puede aparecer con el reposo e incluso por la noche. El segundo síntoma más frecuente es la disminución de la movilidad, con dificultad para colocarse los calcetines, abrir las piernas, cojera… Otros síntomas menos frecuentes son la debilidad muscular y la discrepancia manifiesta de la longitud de las piernas.
Diagnóstico
La sospecha clínica y una meticulosa exploración física son la base de un diagnóstico y tratamiento correcto.
La radiografía simple nos dará el diagnóstico definitivo en la mayor parte de los casos, teniendo que acudir a la tomografía o a la resonancia nuclear magnética en casos excepcionales.
Tratamiento conservador
Es el primero a realizar y consiste en medidas no quirúrgicas aplicadas de forma progresiva o conjuntamente desde el inicio de la enfermedad y según su progresión. Estas medidas consisten en analgésicos y antiinflamatorios, descarga parcial de la articulación con el uso de bastones o muletas y fisioterapia de mantenimiento.
Cuando fracasan todas las medidas no quirúrgicas y el paciente sufre una importante limitación de su actividad diaria habitual, se pasa a la cirugía. La sustitución o reemplazo articular mediante prótesis total de cadera es la técnica que mejores resultados ha proporcionado, dejando para ocasiones especiales otras como las osteotomías acetabulares o femorales.
El objetivo de la cirugía es eliminar el dolor consiguiendo unas altas prestaciones funcionales que permitan a nuestros pacientes realizar una vida similar a la previa a la enfermedad.
El posoperatorio habitual consiste en la deambulación en carga parcial progresiva con la ayuda de muletas y ejercicios de fortalecimiento muscular, reincorporándose a una vida activa independiente a las pocas semanas.
Los implantes protésicos actuales, creados de una aleación de materiales, han conseguido una integración muy satisfactoria al hueso y una larga duración en el tiempo. Aún así, continúa la evolución en nuevos diseños protésicos y estudios de nuevos biomateriales que sigan desarrollando los actuales implantes.
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