La artrosis de hombro u omartrosis es menos frecuente que la de rodilla o cadera, pero también la padecen un alto número de personas que ven cómo empeora su calidad de vida por problemas de dolor y de disminución del rango articular. Os explicamos qué es, por qué se puede producir, cuáles son sus tipos y tratamiento.
¿Qué es la artrosis?
La artrosis es una enfermedad reumática degenerativa que tiene que ver con el desgaste del cartílago articular. No tiene cura, y por ello, todos los cuidados y tratamientos son paliativos e irán dirigidos a disminuir la sintomatología, a frenar la velocidad de avance de la enfermedad y, en definitiva, a mejorar la calidad de vida del paciente.
Esta enfermedad puede pasar por varias fases. A grandes rasgos, en una inicial, el cartílago que recubre los huesos y los protege se va desgastando y volviéndose más frágil. En la intermedia, el cartílago disminuye y llega a desaparecer en determinadas zonas. Por último, en la más avanzada, el cartílago está totalmente desgastado y, por tanto, el hueso deja de estar protegido y roza directamente con otro hueso que forma parte de la articulación produciendo dolor y problemas de rigidez.
Es menos frecuente en las extremidades superiores que en las inferiores. En concreto, en el hombro, es más común entre personas con más de 60 años y suele afectar al dominante.
El hombro, la articulación más compleja
Piensa por un momento en la cantidad de movimientos que realizas a diario con tus hombros. No es una articulación de carga como puede ser la rodilla o la cadera, por tanto, por lo general, los síntomas se presentan en fases más avanzadas con respecto a las dos articulaciones mencionadas.
La del hombro es una articulación bastante compleja. Está compuesta por 5 articulaciones (glenohumeral o escapulohumeral, acromioclavicular, subdeltoidea, escapulotorácica y esternoclavicular) formadas por 4 huesos (húmero, escápula u omóplato, clavícula y acromion), ligamentos y cápsula articular. Además, está reforzada por los tendones de algunos músculos.
Tipos de artrosis
En el hombro, como en el resto de articulaciones, al hablar de artrosis tenemos que diferenciar entre dos tipos, según el origen de la misma.
La primaria es aquella que se ha generado por el propio envejecimiento del organismo, sin una causa claramente demostrable. En cambio, si hay un desencadenante de la misma como puede ser un traumatismo, una fractura, inestabilidad, una infección, artropatías inflamatorias, una enfermedad metabólica, etcétera, decimos que es secundaria. Por tanto, la primaria se suele producir entre personas mayores y la secundaria es más común en los jóvenes.
En cuanto a las articulaciones afectadas dentro del hombro, distinguimos dos importantes: la artrosis acromio-clavicular (entre la clavícula y el acromion), y la artrosis gleno-humeral (entre la bola de la cabeza del húmero y la copa donde se articula). La segunda es la más frecuente y la que requiere mayores tratamientos.
Factores de riesgo
En el desarrollo de esta enfermedad pueden influir la edad, un traumatismo, los condicionantes genéticos, los problemas previos en articulaciones, la actividad laboral desempeñada por el paciente o una sobrecarga mecánica de la articulación.
Síntomas
El principal síntoma es el dolor, que generalmente mejora con el reposo, pero a medida que avanza la enfermedad también molesta.
Los pacientes también pueden padecer limitación funcional y en estados avanzados puede llegar a producir incapacidad y limitar las acciones cotidianas.
La rigidez articular es otro de los síntomas, sobre todo tras un período de reposo, por ejemplo, al levantarse por la mañana.
Tratamiento
El tratamiento depende de muchos factores, entre ellos, la fase de la enfermedad, la edad y tipo de vida del paciente, etcétera.
Por lo general, cuando acuden a consulta, los pacientes ya llevan tiempo con la enfermedad, ya que en las fases iniciales la sintomatología es más soportable.
El primer tratamiento siempre es conservador (sin cirugía) e incluye tratamiento farmacológico con antiinflamatorios no esteroideos, analgésicos, infiltraciones, fisioterapia, etcétera.
En casos más avanzados puede ser necesaria una artroscopia (cirugía mínimamente invasiva). Con esta técnica realizamos pequeñas incisiones para introducir una cámara (el artroscopio) y el resto de instrumentos quirúrgicos necesarios. Con ella podemos observar el interior de la articulación y retirar los osteofitos.
Cuando la artrosis es severa y limita el día a día de la persona afectada, puede ser necesario una intervención quirúrgica de reemplazo articular por una prótesis.

La prótesis parcial es la más utilizada. Con ella sustituimos la parte humeral de la articulación. Con una total reemplazamos las dos partes de la articulación, es decir la cabeza humeral y la cavidad genoidea. Para los casos en los que falla el manguito rotador está indicada una prótesis invertida.
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